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Paso a Paso
Entre 1880 y la primera mitad del siglo XX, la dinámica y optimista ciudad de Buenos Aires, fue el escenario que desarrolló el conjunto arquitectónico de mejor empaque y calidad de Latinoamérica. Sin embargo, ya en 1946, ese agudo ensayista y pensador que fue Ezequiel Martínez Estrada, analiza en La Cabeza de Goliat, el desproporcionado crecimiento de una ciudad, que fiel a sus fundacionales orígenes comerciales, avanza borrando las huellas de sus pasos, y como demoliendo la arquitectura derriba también su historia, haciendo que arquitectura e historia, en Buenos Aires parezcan inconciliables.La cantidad de edificios demolidos, mutilados, ocupados indebidamente y convertidos en ruinas es enorme y aumenta. Como no es posible nombrarlos a todos, este libro ha realizado una selección ordenada cronológicamente de catorce de ellos, desentrañando la compleja red de su circunstancia, relacionándolos con otros ejemplares de Buenos Aires y del exterior. Con el fin de entenderlos como emergentes y testimonios de su época, y cómo su existencia actualmente contribuiría a satisfacer necesidades creacionales e identitaria de la rica y cambiante sociedad porteña.Entendiendo como cultura lo que una sociedad se empeña en mantener en su memoria y, como sin memoria no hay Historia, los autores nos proponen una búsqueda en la Memoria, Historia y Patrimonio, tríada que al entrelazarse ha permitido dar voz a una significativa Arquitectura silenciada de Buenos Aires, pues su existencia ha sido parcial o totalmente negada al ser demolida durante el siglo XX.En este libro, los autores han evitado hacer una mirada al pasado y lo perdido desde la idealización de una época de grandes cambios y concentración urbana. La Buenos Aires de antaño no es estudiada como un amable álbum de postales, de bienestar y estética europea. Sin embargo, no elude el análisis comparativo entre el Patrimonio legado por la generación de 1880 y del Centenario, con respecto a la pobreza formal y significativa de la arquitectura que la era de los Bicentenarios deja a futuras generaciones.