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Paso a Paso
Viajando en un subterráneo, ¿nunca ha percibido usted que la mirada escrutadora de otros pasajeros se posaba sobre su persona con incómoda insistencia? ¿Tampoco se ha planteado alguna vez la posibilidad de que se quebrara estrepitosamente la armonía que en nuestros cuerpos mantienen derecha e izquierda? O al vagar sin rumbo por las calles de su ciudad, ¿acaso no se ha topado usted con un rincón tan singular que ha causado el desasosiego de su memoria? Si tales o parecidos cosquilieos jamás han perturbado su cotidianeidad puede hacer caso omiso de este libro; en cambio, si las inquietudes que despierta toda búsqueda de identidad no le son ajenas —p. ej., si se ha congratulado de no ser su sosia o ha captado los íntimos movimientos de otro sujeto o ha zozobrado entre los pliegues que llevan del sueño a la vigilia— lea estos quince relatos de Eduardo Stilman. En ellos se exacerban esos temblores de lo inesperado, se violenta cualquier tipo de modorra o beneplácito, se provoca el estallido de las apariencias. Sintetizo: en los textos que integran El samovar de plata se instala la dimensión fantástica, pero como una proyección (deformada por los latidos más hondos) de la realidad común y corriente (de allí la presencia casi tangible de bares, calles, barrios y habitantes de la urbe porteña, con alguna coda oriental-entrerriana). “¿A quién no lo inquietó alguna vez sospechar que todo, todo, es pura representación, mera ocurrencia condenada a disiparse con el último aliento?”. Esta “aprensión”, que el narrador de “Cerrar podrá tus ojos” adjudica a su amigo muerto (¿muerto?), recorre el universo stilmaniano, confiriéndole un carácter espejeante, sutil y ambivalente, que una prosa trabajada con buril diamantino sostiene. Las llanuras sin horizonte o las rugientes moles edilicias no apremian a Eduardo Stilman, constructor de puentes entre vida y muerte, esencia y existencia, salud y locura; escritor en duermevela, hombre que busca la frontera entre el cielo y la tierra denodada, imposiblemente.